Traumas infantiles
Los traumas de la infancia nos siguen hasta la edad adulta. El trauma psicológico se define como un acontecimiento que provoca fragilidad, impotencia y dolor, y que cambia la vida psíquica de un individuo.
Este tipo de vivencias pueden ocasionar distintos problemas en los niños; retraimiento y aislamiento, ansiedad, problemas psicosomáticos, agresividad, estado de sobre-alerta e hipervigilancia, entre otros.
Para el abordaje de dicha problemática, la detección, valoración y acompañamiento psicoterapéutico es esencial. Es importante ayudar a canalizar al niño las emociones asociadas a estas situaciones tan dolorosas. La intervención de los padres en este proceso es muy importante ya que se les podrá facilitar pautas para atender el problema de su hijo de una manera acorde con su edad y capacidades de comprensión.
¿Cómo afectan los traumas infantiles en la edad adulta?
El trauma infantil tiene un impacto muy fuerte en la construcción de la propia identidad, o el proceso que incluye la toma de conciencia de nosotros mismos y la construcción de nuestra autoestima, el comportamiento, así como la capacidad de vivir de una manera sana e integrada con las experiencias emocionales, sintiéndose un individuo seguro y completo. Está claro que, si este proceso se ve afectado, en mayor o menor medida, pueden aparecer consecuencias importantes en diferentes aspectos de nosotros mismos, afectándonos en nuestra edad adulta.
El maltrato físico y psicológico, puede dañar gravemente la autoestima y la confianza en el mundo exterior.
¿Cómo saber si un niño tiene un trauma infantil?
Hay dos características esenciales que nos permiten determinar si un niño sufre de trauma infantil.
Si evita las conexiones interpersonales: evitar las relaciones o buscar permanecer en soledad significa no involucrarse y no enfrentarse al miedo de que algo pueda salir mal. Las relaciones son esenciales para el desarrollo y el crecimiento personal.
Desconexión emocional e incapacidad de experimentar emociones: estos niños suelen crecer con la idea de que las emociones no deben experimentarse y, por tanto, es bastante común que las repriman, lo que hará que exploten de forma impulsiva o negativa, o se encuentren en una especie de anestesia emocional.
¿Cómo sanar los traumas de la infancia?
Al igual que con todos los acontecimientos de nuestra vida, el primer paso para superar el trauma del pasado es reconocer que tenemos un problema y aceptar cómo nos sentimos.
De este modo, con la ayuda de un psicólogo especialista podemos empezar a procesar lo que nos ha sucedido para intentar superar los traumas del pasado. Cada trauma requiere un proceso particular y una elaboración que pasa por diferentes fases, algunas de las cuales son muy dolorosas. Hay algunos traumas que, muy a menudo con el paso de la edad, somos capaces de procesar y superar por nosotros mismos, pero siempre es recomendable en caso de que sea necesario iniciar una terapia infantil que pueda ayudar a superar los traumas y volver a comportamientos más saludables que te ayuden a sentirte bien.
El EMDR es una técnica que ha demostrado su eficacia en el tratamiento de las experiencias traumáticas.
¿Cuáles son las consecuencias de un trauma infantil no tratado y algunos ejemplos?
El desarrollo biológico acelerado puede dar lugar a problemas físicos y mentales en el futuro, y estar asociado, por ejemplo, a síntomas de depresión. Por el contrario, los niños que han sido sometidos a acontecimientos negativos de privación, como el abandono o la negligencia, muestran evidencias de un desarrollo puberal retrasado en comparación con los niños de su edad.
- El rechazo continuado por parte de las figuras de apego, creará un proceso de rechazo en sí mismo en su interior. Dicho dolor sufrido en la niñez se trasladará a lo largo de su vida, desencadenando un sentimiento de inadecuación e incapacidad para afrontar la vida misma y las situaciones cotidianas en los distintos ámbitos. Estas personas en la mayoría de las ocasiones tienden al aislamiento.
- El miedo al abandono. Este tipo de trauma infantil se produce cuando la madre o el cuidador no puede o no quiere responder como figura protectora a los miedos del niño o abandona literalmente la familia o el hogar del niño. Las personas que han experimentado el abandono en su infancia tienden a ser inseguras y a desarrollar una dependencia emocional basada en el miedo a ser abandonadas de nuevo.